Cuenta la leyenda indígena que estos ríos simbolizan dos amantes condenados a estar juntos pero nunca mezclarse...
El Orinoco (hombre) y Caroní (mujer), se enamoraron. Nadie tiene la culpa de que hayan nacido en sitios diferentes, pero sus corazones latian de emoción cuando a través del viento se acariciaban. Los dioses se opusieron y ellos desafiando los obstáculos acordaron encontrarse lejos de la montaña y juntos ir al inmenso mar azul. Ese era el sueño y lo cumplieron, de lo ortodoxo y heterodoxo hicieron una sola teoría.
Esa es la verdadera grandeza de la naturaleza, que tarde o temprano une lo que tiene que unir. Los cientos de admiradores vestidos de afluentes que caen rendidos a los pies de Caroní, no lograron quebrar sus sentimientos.
Ella no flaqueó ni un instante en su anhelo de encontrarse con su novio amado, y el día que lo hicieron, se dieron un beso suave y silencioso entre burbujas de agua dulce. Agarrados de la mano se fueron a recorrer el mundo a través de las corrientes oceánicas.
A veces el Orinoco se vuelve rebelde y altanero, pero apenas un guiño de Caroní, este se calma. En el fondo ambos se respetan, ambos se necesitan. En la mirada profunda se notan que se aman, que se cuidan y protegen. Cuando Orinoco está sofocado por el calor, Caroní le sopla el viento para refrescarlo, de igual manera cuando el Caroní tiene mucho frío, entonces el Orinoco la arropa de calor y es ese gesto, de ayuda mutua es lo que simboliza el amor, la paz y la libertad
Una leyenda indígena de nuestra hermosa tierra. ¡Viva Venezuela!
Una leyenda indígena de nuestra hermosa tierra. ¡Viva Venezuela!